En el mundo desarrollado se producen situaciones de pobreza, muchas veces de miseria, unidas normalmente a la exclusión social. En estas situaciones es posible que no sean eficientes los mecanismos que tiene la sociedad para hacerlas frente. Se trata de actuar allí donde no es suficiente la actuación de los servicios sociales normalizados para superar el peldaño que lleva de la miseria producida por la exclusión al ejercicio de la dignidad personal, que se consigue con el trabajo propio y el reconocimiento de la capacidad de relación y de acceso a ayudas y servicios normalizados.

En esta tarea se centraba el proyecto de La palmilla, un barrio levantado en 1964 con fondos de las llamadas Campañas de Caridad, llevadas a cabo en su época para proporcionar viviendas a gentes de otras zonas de Málaga, procedentes de barracas o de afectaciones de planes de urbanismo. El barrio inicial de La Palmilla constaba de 24 bloques de cinco plantas que cobijaban a 480 habitantes. Según datos del 2005, en la zona pueden vivir entre 35.000 y 36.000 personas. Es, sin duda, una de las barriadas más desfavorecidas de la ciudad, con graves problemas de exclusión social y delincuencia.

Nuestra contraparte en La Palmilla es un grupo de religiosas de “La Fraternidad”, liderado por Rosaura Rodrigo, que, en colaboración con Cáritas, está realizando un magnífico trabajo de lucha contra la exclusión de personas desahuciadas por la sociedad y calificadas de irrecuperables por los servicios sociales; gentes sin vías de salida a las que se les da una oportunidad económica adecuada para construir un futuro. En este proyecto, el instrumento primordial de intervención es la concesión de microcréditos que se han de retornar en pequeñas cuotas; nada se otorga a fondo perdido.

En 2015 se han cumplido diez años del primer proyecto de La Palmilla y, a la vez, se ha acabado de retornar el primer microcrédito de 3.000 euros, que se hizo a Elena. Han sido diez años muy emotivos y satisfactorios en los que el mecanismo de pequeños préstamos, retornos y relaciones consiguientes han permitido crear una gran cadena de beneficiarios directos e indirectos.

Ahora se hace una parada para evaluar las posibilidades de proseguir con el proyecto en un futuro, ya que Rosaura Rodrigo se marcha de Málaga.